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La bruja de Salem

Tiempo

Bufffffff.

Qué harta estoy.

Bailo y canto por la casa, no me puedo concentrar, mis excusas para salir entre semana son estúpidas, me pinto los ojos, me pongo nerviosa y eufórica de repente, marco ese día en rojo en mi calendario, mi rendimiento académico ha descendido hasta límites insospechados porque gasto mi tiempo pensando en las musarañas y en el ordenador, y bueno, lo más evidente, mi cuello ha cambiado de color a una tonalidad más violeta. 

Son todos gilipollas.

Estos son los síntomas de enamorarse de alguien, y, de hecho, de estar saliendo con alguien.

Pues no, parece que no les importa que me quede recluida en casa pensando en ti y contando el dinero que tengo para poder escaparme y pasar la noche en una pensión dado el caso. Estoy segura de que lo saben. Lo intuyo.

Bueno, vale que lo de pirarme de casa es una solución muy drástica, y que lo más seguro es que me tocara montar un numerito melodramático para que me dejaran volver cuando se me hubiera gastado el dinero y la hospitalidad de la gente llegara a su límite, pero no se me ocurre qué hacer para que me den vía libre para estar contigo.

Que te quiero, y ni teniendo todo el tiempo del mundo me parecería suficiente, y siempre me va a costar despedirme...

1 comentario

E(nñoñada) -

Y lo que le queda a tu cuello...


(Y lo que te queda a ti...)

Te quiero, linda ^____^